LA TARASCA
Figura mitológica que empieza a tener protagonismo en la real villa de Madrid por formar parte importante de la procesión del Corpus Christi.
Se trata de una figura monstuosa, según cuenta la leyenda vivía en un pueblo de la Provenza francesa llamado desde entonces Tarascón.
Este monstruo parecido a un dragon pero con seis cortas patas de oso, un torso de buey pero con piel de tortuga y con una larga cola de reptil, su cabeza era la de un león con orejas de caballo.
Esta bestia tenia atemorizados a los habitantes de esta comarca y ni siquiera las tropas
del rey de Tarascón lograban derribarla; hasta
que......, una jovencita logró sorprendentemente domarlo con sus
oraciones, y convertirlo en un animal manso, pero los habitantes del pueblo
cuando lo vieron de cerca, sintiéndose atemorizados, le dieron muerte sin que la
Tarasca osara defenderse.
Esta jovencita que amansó a la fiera era Santa Marta, que aprovecho este milagro para convertir al cristianismo a todos los habitantes del pueblo.
Esta jovencita que amansó a la fiera era Santa Marta, que aprovecho este milagro para convertir al cristianismo a todos los habitantes del pueblo.
Durante las procesiones del Corpus Christi en
Madrid se incorporó este personaje acompañado de una mujer, ambos representan
el mal frente al bien representado en la
Custodia “El Santisimo Sacramento”.
La Procesion del Corpus salía desde la
Parroquia de Santa Maria de la Almudena, situada al principio de la calle
Mayor, enfrente del Palacio de Uceda y discurria hasta la Plaza Mayor para
volver otra vez a esta parroquia pasando por el principio de la calle de
Toledo, Puerta Cerrada, la calle de San Justo y plaza de la Villa.
La Tarasca se situaba en la procesión al principio de la larguísima comitiva, precedida del Mojigón que era un personaje vestido de forma un tanto llamativa y estrafalaria llevando una vara larga llena de vejigas que vapuleaba asustando a los espectadores, le acompañaban un grupo disfrazados de angeles y moros. Detrás de la Tarasca seguían las Gigantillas y los Gigantones, con vestidos dorados, también los cabezudos todos ellos bailando y tocando instrumentos como las trompetas o panderos,
La Tarasca se situaba en la procesión al principio de la larguísima comitiva, precedida del Mojigón que era un personaje vestido de forma un tanto llamativa y estrafalaria llevando una vara larga llena de vejigas que vapuleaba asustando a los espectadores, le acompañaban un grupo disfrazados de angeles y moros. Detrás de la Tarasca seguían las Gigantillas y los Gigantones, con vestidos dorados, también los cabezudos todos ellos bailando y tocando instrumentos como las trompetas o panderos,
La Mujer que acompaña a la Tarasca, ésta subida sobre su lomo, es la
Tarasquilla y todas las mujeres de
la villa se acercan a comtemplarla fijamente porque es la que marca las
tendencias de la moda, tanto en su vestimenta como en el
maquillaje y peinado,( desfile de moda de la época). La Tarasca es diferente cada año, y es el
ayuntamiento el que corre con los gastos.
La Comitiva seguía con un carro con los
comicos que realizarían las representaciones de los Autos Sacramentales, en
escenarios improvisados frente al Alcazar, la Plaza de la Villa y la Plaza Mayo. Después venian niños
cantando y músicos. A continuación los estandartes de las disintas parroquias
de Madrid, el clero y las diferentes ordenes religiosas. Seguian las ordenes
militares de Calatrava Alcantara y Santiago. Despues los representantes de los
poderes civiles como los Consejos o los Embajadores y los poderes religiosos
como la Santa Inquisición.
Al final la Custodia precedida por los corregidores
de la Villa, pues esta pertenecia al Ayuntamiento, y aún hoy dia sigue
perteneciendo a la Casa de la Villa que era la que sufragaba todos los enormes
gastos de la procesión. Por detrás de la custodia los grandes dignatarios y su
majestad el rey y la reina. Todos los que participaban lucían sus mejores galas
para tal ocasión, también los
espectadores.
Esta fiesta religiosa de la que ya se tiene
noticias en la época de los Reyes Católicos alcanzó su mayor auge durante el
siglo de oro, decayendo durante el siglo XVIII,
cuando se prohibió la Tarasca y otras figuras por indecorosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario